Aire libre v/s aulas escolares, un desafío para desarrollar prácticas pedagógicas en contacto con la naturaleza

Foto: Universidad Autónoma de Chile

Ya es sabido que, desde el año 2020, una serie de eventos desafortunados asociados con una emergencia sanitaria global atacó nuestra libertad y nos llevó al confinamiento. Lo anterior, tuvo un impacto en diversas áreas de la vida afectando también la educación de millones de niños, niñas y jóvenes que se encontraban en proceso de formación básica, media y universitaria. Es decir, el encierro llevo a los millones de estudiantes a querer salir de las cuatro paredes tradicionales que constituyen una sala de clases.

Sobre esto, en un artículo que publicamos en el año 2023 por un grupo de investigadores, denominado “Analysis of school educational spaces: A challenge for spatial relevance in contexts of sociocultural diversity”, se declaró que los niños y niñas prefieren las experiencias al aire libre como espacios ideales para el aprendizaje, haciendo un llamado de atención al profesorado a salir, a desarrollar actividades que permitan que los estudiantes se relacionen con el medio natural, de manera controlada, direccionada y responsable.

Asimismo, en el 2025, publicamos un estudio denominado “The Impact of Physical/Natural Spaces on the Mental and Emotional Well-Being of Students According to the Report of Rural Female Teachers”, que consideró los relatos de profesoras de escuelas rurales de La Araucanía, destacando que fomentar el contacto con los espacios naturales puede ayudar a crear climas en el aula con menos conflictos, conduciendo a niveles más altos de equilibrio físico, psicológico/mental, social y espiritual; lo que resulta en mejores actitudes y motivación hacia el aprendizaje por parte de estudiantes y profesores.

No obstante, producto del desarrollo urbano, las instancias para que el estudiantado interactúe con espacios naturales se ve cada vez más reducido, a pesar de la evidencia que la naturaleza está directamente relacionada con el bienestar de los seres humanos. Lo anterior, no sólo constituye una necesidad latente por desarrollar acciones en contacto con la naturaleza, sino que levanta la relevancia de la educación ambiental y la adaptación por parte del estudiantado a los diversos efectos climáticos de los últimos años. De manera que, tanto profesores(as) como estudiantes sean participantes activos y responsables de acciones en contacto con el medio natural, siendo conscientes del impacto positivo que estos espacios tienen sobre el bienestar integral de cada uno de los actores que se desempeñan en los contextos escolares.

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